Digitalizar sí pero, ¿para qué?

Ya no se puede seguir ignorando la realidad: las empresas, sean del sector que sean, tengan el tamaño que tengan, tienen que incorporar la tecnología en su modelo de negocio para ser competitivas y adaptarse a las nuevas demandas de los clientes si quieren sobrevivir en el medio-largo plazo.

En España, la digitalización corporativa es una de las asignaturas pendientes de la economía, y su retraso genera un lastre que con los años se ha hecho cada vez más relevante, frenando crecimiento potencial de muchos, incluso dejándolos fuera del mercado. Mientras en otros países ya es normal pagar un café con el móvil en casi cualquier parte, aquí aún hay quien sigue pinchando albaranes manuscritos en la pared de la oficina.

La revolución digital corporativa dentro de la empresa se expresa en diferentes tecnologías que podemos implementar para incluir en nuestro trabajo diario: herramientas de productividad, información actualizada y conectada, eficiencia y funcionalidad que no eran posibles hasta hace poco tiempo.

Herramientas como el ERP (Enterprise ResourcePlanning), la gama de softwares diseñado para la gestión de los recursos de la empresa son fundamentales dentro de los nuevos procesos de reestructuración necesarios para adaptarse a los nuevos tiempos. Permiten controlar todos los elementos que una gestión moderna de la empresa demanda: producción, logística, contabilidad integrada con la banca online, gestión de inventario, entradas y salidas de mercancía. Todo ello organizado, con la información cruzada y actualizada al segundo accesible, supone una de las mayores revoluciones que una empresa puede realizar para mejorar la productividad y la gestión exponencialmente.

Otro de los nuevos sistemas de trabajo los constituyen los CRM (CustomerRelationship Management), que permite una gestión eficiente de los clientes, una base de datos que permite unificar en un solo sitio toda la información que necesitamos. Emails, reuniones, agendas, llamadas a realizar, facturación, comunicación entre vendedores e información para la dirección, todo ello almacenado en la nube y accesible desde todos los dispositivos. Esta herramienta puede suponer no sólo un recurso fundamental para la optimización del servicio al cliente respecto a los competidores, sino respecto a nosotros mismos.

Antes está la estrategia

Estos son sólo dos de los recursos más interesantes y aplicables a casi todos los modelos de negocio. Pero, ¿se trata de implantar un ERP o un CRM, o alguna otra herramienta TIC? No sin antes empezar por la estrategia, pues son las grandes líneas de actuación las que marcan la inversión correcta para cada caso. Sucede a menudo que las empresas intentan implementar estos softwares sin conocer cómo funcionan o sin tener demasiada idea de cómo aplicarlos en sus operaciones. Con frecuencia adaptarse al nuevo entorno digitalizado conlleva un cambio en la operatividad del negocio. Las implantaciones que no responden a un estudio de objetivos suelen llevar a abandonarlos o a desaprovechar el esfuerzo con la consiguiente pérdida de la inversión, o a una introducción poco meditada del sistema que no ayuda o empeora la situación.

Sucede a menudo, también, que en la inclusión de herramientas informáticas se tiende a replicar los viejos vicios del funcionamiento antiguo de la empresa, y no aprovechar la ocasión para revisar en profundidad los procesos y dinámicas según las que se rige. Con ello se pierde una oportunidad de oro de mejorar el negocio y eliminar defectos de comunicación y falta de información que llevan a errores e ineficiencias fácilmente evitables. Es por eso que la búsqueda de expertos en la materia puede marcar un antes y un después en la empresa, no sólo para informatizarla sino para hacerlo de un modo en el que se eliminen malas costumbres y se utilice el nuevo y valiosísimo recurso para facilitar la adopción de las nuevas, generando de verdad una revolución productiva interna.

Los expertos en TIC disponen de la capacidad tecnológica para desarrollar estos productos a medida para cada empresa desde modelos estándar adaptables. Existen en el mercado numerosas empresas y profesionales con experiencia en este tipo de implementaciones. Sin embargo, en muchos casos su experiencia es tecnológica y no empresarial, por lo que aunque el software es bueno, falla en su aplicabilidad al no haber tenido en cuenta una comprensión profunda del funcionamiento de la empresa, ya que este no es realmente su trabajo.

Aquí es donde entra la complementariedad ideal a la hora de la informatización: conjuntar el conocimiento tecnológico de las herramientas disponibles con la experiencia en gestión empresarial “analógica” que pueden ofrecer consultores y asesores económicos. Una revisión y reestructuración de la dinámica empresarial llevada a cabo por profesionales experimentados puede llevarnos a integrar estas herramientas mejorando la productividad, el conocimiento del estado del negocio y dando recursos para crecer en un mercado cada vez más competitivo y complejo. Es claramente una gran inversión de futuro.

David Martínez Alonso, colegiado nº 212

logo colexio