Despoblamiento demográfico y estructura empresarial, una realidad socioeconómica paralela

El envejecimiento demográfico unido al despoblamiento, se han convertido en un problema de urgente prioridad en gran parte de nuestro país. En esta línea, los datos de Galicia son desoladores, con una pérdida de población superior a los 10.000 habitantes en cada uno de los últimos seis años, perdiendo 75.830 personas en la última década, el 2,7%. Ampliando el período a los últimos veinte años, Galicia cuenta con 16.200 personas menos. 

Si analizamos la distribución poblacional por tramos de edad, la radiografía empeora, en los últimos veinte años el peso de la población >64 años aumentó el 5,3% mientras, la población ≤16 años cayó un 1,6%, y la adulta, entre 16-64 años, menguó un 3,7%. El envejecimiento es continuo haciendo máxima la estrechez en capacidad de atracción y asentamiento de la población, factor ligado al segundo objeto de nuestra reflexión, el despoblamiento y la estrechez del tejido empresarial de Galicia.

La capacidad para que un territorio invierta su evolución demográfica, guarda una relación directa con su estructura productiva, definida a partir de su tejido empresarial, el cual poco invita al optimismo. Atendiendo al número de empresas, estas cayeron en la última década en 8.000 (-4,1%) unidades. Ahondando en los aspectos cualitativos la cuestión se agrava; por sectores, la industria cae un -12,1%, siendo el sector cuya plantilla media es mayor, servicios cae un -4,7%, sólo la construcción, vinculada al ciclo económico incrementó su presencia un 3,6%, en los dos últimos años. Ello muestra, un tejido empresarial falto de dinamismo y solidez, donde la construcción es el único dinamizador reconocido.

Yendo al tamaño empresarial, la mayor reducción se da en la pequeña empresa, -28,5% y en las medianas, -19%. Ello nos lleva a un hecho clave en términos de empleo, son las microempresas quienes sostienen la contratación regional. El tamaño inferior del tejido empresarial mitiga buena parte (3,5%) de la caída de empleo de las PYMES (-5,4%), cuando la tasa de supervivencia media de esas micro unidades empresariales es de apenas el 50% al cuarto año de su constitución. Frente a ello, el número de grandes empresas se mantiene constante 0,1% del total (menos de 200 empresas/año), representando el 16% del empleo.

La capacidad para asentar población, es deudora de la estructura empresarial en tamaño, actividad y estructura. Y es en este sentido donde el esfuerzo a realizar debe estar más planificado y organizado, no caben sólo políticas de natalidad coyunturales o de fomento de un emprendedurismo de contención. La actuación debe ser estructural y sostenida, mediante un estudio realistas y aplicable de las fortalezas derivadas de su especificidad económica, un fortalecimiento de la capacidad de asunción de riesgos empresariales mediante la constitución de una estructura empresarial cohesionada a través de una iniciativa pública no sólo comercial sino también institucional. Sólo una acción basada en estos tres pilares verá nacer empresas que por dimensión (plantilla) y objeto social (localizado y sostenible) sean quien de crear un empleo estable e integrado con su entorno desde los tramos de población más jóvenes.