Cuidado, ¡nos atacan!

Esto que voy a escribir es más un desahogo que un análisis. Más un grito en nombre de los empresarios que una performance analítica sobre la compleja situación del mercado. Es la expresión del ánimo que muchas veces se instala en las mentes y la voluntad los empresarios de este país. Es, como corresponde a esta sección, una opinión que habla en nombre de muchos.

Aunque sea solo por desahogar hagamos un pequeño balance. A finales de 2019 las expectativas sobre el nuevo año eran buenas, pero se alertaba sobre la existencia de una crisis que no acababa de marcharse. Se decía que sería muy complicado volver a los índices previos al 2010... y bla bla bla.

Fue entonces cuando llegó el covid a nuestras vidas.

Toda previsión, toda lejana o remota idea de un futuro posible voló por los aires. La dichosa incertidumbre. Tres meses de confinamiento, de servicios mínimos y de grandes industrias con sus máquinas apagadas. Sucesivas olas, ERTEe, restricciones, sector horeca aparcado.

Cuando por fin, casi dos años más tarde, parece que vamos saliendo y tendremos un diciembre 2021 con cenas de empresa, llega el omicron y nos regala otro par de meses más de complicación. Pensábamos que nada podía ir peor, nada.

La realidad vuelve a darnos en las narices: llega una guerra a las puertas de Europa. Tristeza y decepción. Pero la empresa, que no puede detenerse, sigue haciendo y haciendo, con la mirada puesta de reojo en el horror de la destrucción, a otro ritmo, pero hace. Atentos a la falta del aceite de girasol, el corte en el suministro de los cereales que alimentan a la cabaña ganadera... y el combustible subiendo hasta las nubes.

Entonces llega el paro del transporte. Ahora sí, anaqueles vacíos, primero la leche y el aceite de girasol. Los animales en las granjas sin alimentos. El paro es perfectamente explicable por los costes que se disparan y que hacen imposible mantener los servicios en muchos sectores de pymes y autónomos.

Los impuestos escalan, asfixian. Los fondos Next Generation para montarnos en el carro del futuro, ¿dónde están? El fuego enemigo viene por todos lados, y la actividad calladamente continúa.

Es entonces cuando empieza un ciclo inverso. Faltan los suministros, ataca a los productores, suben los precios, baja el consumo, se ven afectados los productos, baja más la producción, también la contratación, suben más los precios. Inflación. ¿Deflación? ¿Estanflación? Es un tema para el próximo artículo.

No podemos dejar de decirlo. Cada vez que conversamos con un empresario, tras las medidas para el corto plazo, la vista siempre está en el mediano y largo plazo.

La resiliencia también forma parte de lo que hoy somos. Hemos conseguido hacernos un poco más fuertes. El corto plazo, en estos momentos, es muy complicado. La respuesta suele ser: “no es el momento”. Tomamos medidas, recortamos costes, saneamos tesorerías, modificar modelos de negocio. Todo mientras pasa la tormenta.

Quedémonos con esto: al final, gana el equipo. Pero por dios, alto al fuego.